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Bodegas Fernández de Piérola

El origen de las Bodegas Fernández de Piérola lo encontramos en el año 1996 en Moreda La Rioja bajo el precepto de laboral vinos de Rioja de calidad precio excepcional.

El origen de la bodega se encuentra en un pequeño viñedo familiar lo que la impregna tengo una filosofía muy especial. Bajo la filosofía de pago recorre la acción viña vino es la que hace que sus vinos mantengan esa personalidad única y que reflejan las singularidades de la región.
Esto no sería posible si la bodega no se abasteciera exclusivamente de uvas procedentes de la comarca de Moreda, repartidas al 50% entre viñedos propios y ajenos.
Aspecto fundamental logro de estos magníficos vinos es el clima de la zona pluviometría moderada; 450 l/m2, terrenos quebradizos, gran parte de ellos en laderas orientadas hacia el sur, lo que permite una adecuada luminosidad, suelos pobres, arcilloso-calcáreos, de escasa producción, saltos térmicos entre el día y la noche importantes, ….) las que permiten que nuestra variedad Tempranillo alcance una óptima maduración.
La filosofía de Bodegas Fernández de Piérola es clara: para conseguir vinos rioja potentes, bien estructurados, con cuerpo, donde se ensamblan y equilibran los aromas procedentes del Tempranillo con los desarrollados en una buena y paciente crianza, para obtener vinos complejos, intensos y elegantes, es necesario conjugar la tradición del viñedo con la adaptación a las nuevas tecnologías.
Otra característica exclusiva de los vinos de Bodegas Fernández de Pierola son el diseño de sus botellas, que se diferencia del resto en que es algo más esbelta, con un final de boca “acampanado”, que reduce el problema del goteo en el servicio, y además se presenta sin cápsula para que los consumidores o prescriptores del vino, puedan ver y por tanto conocer el estado de conservación del corcho y tomar las medidas que consideren pertinentes.
En estas tierras se asienta una viticultura tradicional, minifundista, conducida por agricultores cuyas técnicas vitícolas son transmitidas generacionalmente de padres a hijos, que han sabido incorporar los avances vitícolas científicos en aras a desarrollar una viticultura de calidad.
Viñedos plantados en “Marco Real” y “Marco Rectangular”, densidades medias (unas 3.200 cepas/Ha.), conducción libre con poda en vaso a tres brazos, mantenimiento del suelo por laboreo, podas en verde manuales -espergurado o escardado, desniete y despunte-, tratamientos fitosanitarios mínimos basados en azufre (Oidium) y Sulfato de Cobre (Mildiu), vendimia o recolección manual, cuidadosa, en carros pequeños…
Con esta cultura vitícola y unos suelos pobres de composición arcilloso-calcárea, la variedad Tempranillo encuentra un hábitat ideal para determinar un perfil muy singular y diferenciado del vino tinto, confiriéndole a éste un carácter afrutado, elegante y equilibrado.
Por todo ello, Fernández de Piérola se abastece únicamente de uvas procedentes de viñedos de Moreda, repartidas al 50% entre propias y ajenas. Este papel primordial que lan damos al viñedo, quizás en parte influido por su origen y tradición familiar, les condiciona a realizar un control de la evolución de las viñas, sobre todo en la época que va desde el envero a la vendimia, para hacer una vendimia particular, viña a viña, en función del estado sanitario y de maduración.
Para el vino tinto, Bodegas Fernández de Piérola parte de uvas enteras, sanas y maduras, se procede a la fermentación de la uva despalillada, en depósitos de acero inoxidable dotados con sistema de doble camisa para el control de la temperatura de fermentación, evitando la perdida de aromas. Significar, con respecto a la vinificación, la prolongada maceración que realizamos, alrededor de unos 25 días, con dos remontados diarios, para facilitar la extracción de la mayor cantidad posible de materias colorantes y tánicas, para dar a los vinos la suficiente estructura y cuerpo, y que permitan una crianza en barricas de roble francés y americano nuevo durante unos 18, 24 y 15 meses en función de la gama a elaborar, en su caso Piérola Crianza, Piérola Reserva y Vitium Reserva, favoreciendo la estabilización natural del color y de las sustancias que participan en la formación del aroma y sabor. Posteriormente, el vino pasa al cristal, donde culminará su última y definitiva etapa, el afinamiento en botella. Aquí el vino se redondeará, armonizará y desarrollará todos esos sabores y aromas, para darle una complejidad de matices única.
Por su parte, la elaboración de un “Gran” vino blanco requiere, a su juicio, mayor esfuerzo y técnica que la elaboración del vino tinto.
Para empezar, es fundamental acertar en el momento adecuado de vendimia, que será aquel en el cual las sustancias ácidas de la uva estén en equilibrio con los elementos dulces, y podamos obtener mostos muy aromáticos y frescos, además de equilibrados. Por ello el seguimiento de la maduración de la uva en sus estadios finales es fundamental, haciendo una valoración en nuestra bodega del desarrollo del fruto, prácticamente diaria.
La uva, variedad Viura o Tempranillo Blanco, una vez despalillada, se introduce en depósitos de acero inoxidable con las pieles u hollejos, para realizar una maceración pelicular en frío a 10º C de temperatura durante unas 40 horas y obtener la mayor cantidad de sustancias aromáticas.
Posteriormente, el mosto se introduce en barricas nuevas de roble, en el caso de nuestro Blanco Fermentado en Barrica o en depósitos de acero inoxidable para el caso de nuestro Tempranillo Blanco, donde fermenta el mosto sin las pieles, durante unos 30 días, y se procede semanalmente a realizar un agitado del mosto para favorecer la disolución de las sustancias procedentes de las lías.
Además, la bodega elabora vinos en otras denominaciones como RIbera del Duero, con su emblemático Traslascuestas Roble, o en Rueda, con el insuperable vino blanco en cuanto relación calidad-precio Cyatho Verdejo.